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Enfoque Junio

Sirenas de papel

El principal adjetivo que define la moda es, en un intento de rememorar su historia, la nostalgia. El estilismo se repite. Las prendas que quedaron guardadas dentro de cajas en un altillo del armario vuelven a ver la luz. Y cuando los astros se alinean, el sol del período estival adivina qué prenda va a ser clave este verano. Con dificultad nula apuesta por los trajes de baño, siente un déjà vu y se pregunta…¿los mismos bikinis?.

 

Cada temporada, y a medida que pasan lapsos, las prendas alternan tejidos, estampados y formas. Tal vez este año mantengan los propios veraniegos (tejido strech y rematados con croché de colores), aunque los dibujos cambien sin motivo previo. La razón de que un concepto perdure en la moda es que ha rozado la perfección para los entendidos. Y que un estilo de bikini dure dos veranos es todo un triunfo, porque en caso contrario, se clava un punto y aparte en el tablón de un taller. Al fin y al cabo todo se resume en un diseño dibujado en un bloc de notas, nacido de una inspiración tardía del diseñador desvelado a medianoche. Y los detalles de cada prenda hecha a mano se desdibujan en un cuerpo moldeado, formando sirenas de papel que cumplen con las normas de estilo. Porque para gustos, bikinis y bañadores.

Mireia Raga Estruch | @mireiaraga

Y sin ver más lejos, la historia ha convertido prendas en básicos, y a estos en esenciales. El jean, un bolso Birkin o el vestido negro de Audrey en Breakfast at Tiffany’s, son ejemplos de perdurabilidad. Y aunque difiere en el caso anterior por ser los últimos clásicos, todo tiene un principio. Y así, el pantalón vaquero también dio sus primeros pasos manteniéndose dos años seguidos en cartelera. No obstante, lo ideal es conseguir la personalidad propia y mostrar una esencia irreversible. La verdadera magia llega cuando se puede lucir un vestido que, sin estar en el podio de ganadores, parece que ocupa el primer puesto. La persona ante la prenda. La elegancia ante el dinero.

 

Antiguas leyendas contaban como ninfas de agua seducían a marineros hasta el fin de sus vidas. Sus encantos movían sensaciones y las voces cautivaban a los oídos más taciturnos. Y solo necesitaban de un manto de agua y la identidad de ser sin pretenderlo. La moda solo viste el alma, y el espíritu debe contener un carácter fuerte que la domine. Pero ya no vale con diseños en libretas. En este siglo se buscan sirenas de carne y hueso que defiendan su dicción y sepan de sobra que pueden ondear al viento una falda evasé o un pantalón de cuero: según el pie con el que se levanten.

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